La medicina experimental sigue sorprendiéndonos con sus increíbles hallazgos, especialmente cuando se trata de usar un virus que salva a una persona de ser devorado por una bacteria. Y es que, aunque suene a ciencia ficción, la realidad es completamente cierta. Y no son pocos los ejemplos que encontramos en este sentido en diferentes partes del mundo.
Una de las últimas comunicaciones que los científicos han realizado en este sentido guarda relación con el arranque de esta noticia. Un artículo en el que se explicaba, paso a paso y con datos completamente rigurosos, cómo un virus había salvado la vida de una persona que había sido infectada por una bacteria. Una información que en España hemos podido conocer a través de la sección de ciencia del diario El País. Un caso que en Durviz nos ha llamado tanto la atención que queremos compartir con todos nuestros seguidores y con todas nuestras seguidoras.
Un virus salva a una persona de una bacteria
El episodio que queremos contaros hoy sobre el empleo de virus para restar la virulencia de las bacterias, ha acontecido en los Estados Unidos. En concreto en la ciudad de Boston, una de las más importantes del país, en el año 2020.
Al parece al hospital Brigham de Mujeres llegó un hombre de 56 años aquejado de una erupción en la piel que se le había ido extendiendo por el brazo izquierdo.
Los profesionales del centro sanitario comenzaron a hacer un seguimiento del caso, pero la realidad les superaba. De hecho, en pocos meses, la situación de este hombre llegó a ser tan crítica que tuvo que ser ingresado. Ninguno de los tratamientos aplicados había surtido efecto.
Una bacteria, el principio del todo
Según pudieron observar los investigadores del caso, la enfermedad la había causado una bacteria. Nada nuevo si tenemos en cuenta que cada vez hay más bacterias resistentes a los antibióticos y que son seres que se ceban con personas que ya están debilitadas por otras enfermedades o tratamientos. Cientos de millones de personas en todo el mundo que se exponen a infecciones graves y que incluso mueren por este mismo agente.
Y este era precisamente el cuadro que presentaba la persona que enfermó. Tenía una enfermedad crónica de riñón y sufría artritis en las articulaciones por un problema que presentaba su sistema inmune. Lo que, además, le había causado complicaciones neurológicas importantes.
Los médicos del referido hospital en Boston comenzaron a tratarle con antibióticos sin que su situación mejorase. Las lesiones cutáneas en su brazo se hicieron tan grandes que los médicos tuvieron que sajarlas para retirar el tejido muerto. Todo ello hizo que fuera ingresado. Pues ninguno de los antimicrobianos usados podía eliminar la bacteria que le causaba la infección.
Mycobacterium chelonae
La bacteria que había provocado los problemas en el cuerpo de este hombre se identificó como Mycobacterium chelonae, un patógeno de la familia del microorganismo causal de la tuberculosis. Un agente infeccioso que puede causar erupciones y daños generalizados en otros órganos de nuestro cuerpo una vez que accede a él. De ahí que, por ejemplo, el señor en cuestión sufriera graves efectos secundarios por la toxicidad de todos los antibióticos que recibió.
Virus para combatir la enfermedad
El tiempo pasaba y el paciente no mejoraba. De hecho, un año después, la infección se había extendido y los abscesos eran cada vez más grandes y dolorosos.
Tal era la preocupación del personal médico que, el médico de origen venezolano Francisco M. Marty sugirió a sus colegas que probasen con un virus para intentar curarlo. El médico se refería a los denominados virus bacteriófagos, unos patógenos que infectan de forma específica a bacterias. Ahora bien, lo primero que había que hacer era encontrar al virus adecuado para lograrlo.
Para ello, los médicos extrajeron muestras de las heridas del paciente, secuenciaron el genoma de los microorganismos presentes y buscaron entre otros veinte posibles virus -que se habían estudiado antes para eliminar infecciones- con otra superbacteria de la misma familia. Fue así como se identificó Muddy, que acabó con la bacteria.
Las lesiones de esta persona mejoraron en apenas dos semanas. El paciente no tuvo efectos secundarios de gravedad. Y en la actualidad sigue recibiendo el tratamiento viral y no muestra signos de infección alguna.
Para Durviz, que nos dedicamos a la creación de materiales que hagan posible este tipo de trabajos, es emocionante que comience a dar frutos esta medicina. Lo que nos anima a seguir trabajando en este sentido.